Cotidianos
Y entonces salió ella por la ventana, sobre el
patio y las tejas. La ciudad se bañaba de tantas oportunidades como
escaso tiempo, y decidió recoger la ropa seca.
Un garabato rojo
impulso descontrolado, menos arbitrario tal vez que un día cualquiera,
canta a la ropa, al sol invernal y a ella. Desatado de la costura del
tiempo, diluyéndose entre las ausencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario