sábado, diciembre 21, 2013

Cotidianos

Y entonces salió ella por la ventana, sobre el patio y las tejas. La ciudad se bañaba de tantas oportunidades como escaso tiempo, y decidió recoger la ropa seca. 
Un garabato rojo impulso descontrolado, menos arbitrario tal vez que un día cualquiera, canta a la ropa, al sol invernal y a ella. Desatado de la costura del tiempo, diluyéndose entre las ausencias.



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