lunes, octubre 10, 2011

Acentos de secanoun cuento para la ciudad de Mula, a la espera de ser acabado.

Si fuese sólo la imaginación la que susurra al rozarse con el cuerpo de los limoneros, algo sería distinto.  Un gesto revelador haría de la huerta un mar de plata.
Me encuentro en el umbral, las estrellas enseguida serán de  Septiembre, la noche así lo quiere. Hasta aquí vine andando lento, buscando mi sombra por toda la Calle Alta, obsesionado con una idea.
De entre los manguitos del riego por goteo, el barro y las grietas, surge esta pequeña y vieja perra que llamamos Lusa, que se me acerca aleteando su cola.  La  imaginación no está, y estos perros parecen saberlo...

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